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14 pinchaba en la olla, en el caldero, en el perol o en la cazuela y todo lo que enganchaba el trinchante se lo quedaba el sacerdote. Esto era lo que hacían con todos los israelitas que iban a Siló. 15 Incluso antes de que se quemara la grasa, llegaba el ayudante del sacerdote y decía al que estaba ofreciendo el sacrificio:

— Dame la carne para asársela al sacerdote, pues él no te aceptará carne asada, sino cruda.

16 A lo que el oferente respondía:

— Primero se ha de quemar la grasa, después podrás tomar lo que quieras.

Entonces el otro replicaba:

— No. Me la das ahora mismo, o me la llevo por la fuerza.

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